"Pienso que la vida solo dura hasta los 27 y la juventud junto con la vida también".Kurt Cobain (Nirvana)
Lunes, uno más a la marca personal y uno menos en el calendario. Como es usual, despierto a la misma hora sin ayuda de una alarma o de alguien. Ha sido así durante los 365 días del año y sigo sin recordar en qué año inicié con esta rutina. Resulta extraño, al levantarme veo el reloj y es exacto, 6:00 AM. Tardo cinco minutos en prepararme y vestirme para salir a correr de mi casa hacía Cuatro Caminos y viceversa. En el recorrido se encuentra un cementerio, el cual veo con detenimiento mientras estiro mi cuerpo, hago sentadillas y otros ejercicios de calentamiento. Pienso en los personajes que se encuentran atrapados allí e imagino cómo llegaron a ese lugar, cuánto tiempo han estado encerrados en una caja y si alguno fue olvidado por completo. – No soportaría ser un buen inquilino, soy claustrofóbico y tengo miedo a morir. Temo que mis conocidos lleguen a visitarme o que alguno se quede por una extraña razón -. Termino de realizar mis estiramientos y sigo trotando hasta donde me propuse llegar, Cuatro Caminos. Hasta este punto me encuentro cansado y sediento, conciente de, si tomo agua mis músculos se relajaran y no podré concluir la meta de hoy. Tomo un minuto para reponerme y doy vuelta para terminar los tres kilómetros de distancia que restan. Trato de pasar rápido el cementerio para no detenerme de nuevo, pero no lo logro, las interrogantes invaden mi cabeza e imagino lo inevitable, la muerte. - Pronto estaré allí sin importar que tanto me cuide, cuantas pastillas tome o si cumplo con las citas al médico. En varias ocasiones se lo he mencionado a mi esposa, “ya no soy un joven, los pulmones me fallan, la vista se me nubla y no podré revertir las incontables enfermedades que padece mi cuerpo. No hay vuelta atrás, la muerte y la aceptación son la única medicina”. Ella no lo entiende, pero la escucho porque es su forma de preocuparse de mí -. Al llegar a casa, me hidrato, tomo un baño y desayuno. Veo hacía arriba y el techo es plano y de madera, escucho a gente llorar, gritar y hablar. Todos a la misma vez. No logro entender qué dicen. Cierro los ojos para olvidar lo que pasa en este momento.
Psicólogo clínico, apasionado por la lectura de nóvelas y cuentos. Recientemente, incursiono en la escritura de cuentos cortos.
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